Me sentía agotada, desesperada e irritada con los desafíos que me presentaba la vida.

Había adoptado verdades absolutas sin siquiera cuestionármelas, construyendo mi vida en torno a expectativas que no eran mías. Me había encerrado en una jaula invisible: ya ni me acordaba de cuáles eran mis sueños y vivía cargando con responsabilidades ajenas.

A los 28 años, colapsé. Había cumplido con cada punto del “bucket list” para ser feliz, tenía un buen trabajo, dinero y familia, y a pesar de todo me sentía vacía, quemada y desconectada de mí misma. Entonces mi cuerpo me obligó a detenerme: me diagnosticaron fibromialgia y síndrome de Sjögren.

El diagnóstico no fue lo más duro, dolió mucho más darme cuenta de que había perdido de vista quién era y que estaba viviendo totalmente ajena a mis deseos y necesidades. ¿Dónde estaba yo dentro de mi propia vida?

Era el momento de tomar decisiones y cambiar radicalmente mi vida.

Comencé a entender que la medicina, aunque necesaria como paliativo, no era suficiente. Necesitaba cambiar mi forma de vivir: cambiar mi enfoque, soltar miedos, personas, relaciones y proyectos que limitaban mi esencia.

Me dijeron que no podría volver a tener una vida normal. No conformarme con ese diagnostico fue mi salvación

Decidí cambiar. Me sumergí en el estudio del cuerpo físico, mental, emocional y energético: fisiología, anatomía, nutrición, somatización y más. No solo comprendí cómo funciona el cuerpo humano, sino también cómo nuestras emociones moldean nuestra realidad. Este viaje transformador me permitió no solo sanar, sino crear un espacio donde mis sueños y proyectos florecieron.

Hoy pongo al servicio de otros mi experiencia personal y todo el conocimiento adquirido para ayudarlos a elegir su propio camino. Porque no se trata de conformarse, sino de recuperar aquello que creíste perdido y construir la vida que realmente deseas.