No hay un momento adecuado, no hay una necesidad precisa para despertar a la conciencia. No hay una etapa mejor que otra para darnos cuenta, por fin, de que no estamos condenados a la vida que nos pase. En mi caso, el despertar llegó a mis 29 años, cuando, a pesar de ser aún joven, sentí la certeza de que no iba a cumplir un año más.
Todo parecía indicar que, en solo unos años, perdería casi por completo la movilidad.
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En ese momento, simplemente sentí que eso no era lo que yo deseaba para mi vida .
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Mi cuerpo enfermó y ningún médico pudo proponerme un tratamiento concreto.
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En ese momento comprendí:
Había construido una vida siguiendo el checklist de alguien más.
Aunque tenía todo aquello a lo que se suponía que debía aspirar, atravesaba una gran crisis física y energética.
Cuando entendí que mi enfermedad no había venido a definirme, sino a traerme un mensaje, comenzó el camino de regreso a mí mismo.
Empecé a nutrirme, a verme a mí, a estar conmigo, a hacer todo lo que no me había permitido hacer hasta entonces.
🔅Me certifiqué en Descodificación Biointegrativa.
🔅Hice una maestría en Bioneuroemoción.
🔅Me certifiqué como Health Coach por el Institute for Integrative Nutrition de Nueva York para sanarme a través de la alimentación.
🔅Hice una maestría en Desarrollo Organizacional y Talento Humano.
🔅Me comprometí con la práctica de la meditación.
🔅Solté relaciones y compromisos que ya no quería.
🔅Empecé a ser muy intuitiva, dejé de ser una máquina de producir.
🔅Empecé a VALIDARME.
🔅Escuché mi llamado y decidí ir a mi ritmo.